Trabajo doméstico y de cuidados

La organización social de cuidados es mayoritariamente distribuida de forma desigual entre estado, mercado, comunidad, hogar. Se centra mayoritariamente y casi en exclusivo al hogar dejando las labores de cuidado en la esfera privada y personal, y dentro de esa división hay una subdivisión por género mujer-hombre. Donde dentro del hogar quien mayoritariamente tiene la responsabilidad de cuidados son niñas y mujeres. Considerando dentro de las labores de cuidado el autocuidado, el cuidado directo a otras personas (actividad de cuidado, crianza, adultos mayores, personas con algún tipo de discapacidad), la provisión de condiciones para el cuidado (limpieza de la casa, compras, preparación de alimentos) y la gestión de cuidados (organización de horarios, distribución de tareas, supervision de trabajadoras remuneradas, etc.)
Esto deviene de varios factores, como la división sexual del trabajo y los roles estereotipados de género, que llevan a naturalizar la creencia de una supuesta capacidad superior e innata de las mujeres para el cuidado. Dejando a los hombres a cargo de labores productivas y públicas, mientras que a la mujer en labores reproductivas y privadas.
Sin embargo, las luchas feministas han logrado que mujeres conquisten masivamente el espacio productivo a una gran velocidad, pero los hombres no han adquirido responsabilidades domésticas y de cuidado con la misma celeridad. Lo que se convierte en un factor de desigualdad, al mantener a las mujeres con dobles e incluso triples jornadas laborales. Impidiendo el desarrollo pleno a nivel profesional, el intento de conciliación es hasta hoy un reproductor de desigualdad y precarizacion en mujeres que muchas veces se restan de asumir mayores responsabilidades o cargos de poder por falta de tiempo. 
Por otro lado también se diferencian las labores de cuidados bajo el ítem socio económico, teniendo los hogares de mayores ingresos mayor libertad para manejar y organizar las labores de cuidado, como adquirir servicios de cuidado que ofrece el mercado (salas cunas, guarderías, asilos de ancianos, etc.), pagar por el trabajo de cuidado a otra mujer de nivel socio económico más bajo, lo qie alivia la carga y Libera para dedicar más tiempo a otras actividades de interés, como desarrollo profesional, espiritual, social, personal, esparcimiento, autocuidado, etc.
Mientras está libertad se dificulta tremendamente en sectores con menores ingresos, donde se necesita el apoyo mutuo para que una mujer pueda lograr cierta independencia se depende de otra mujer, por lo general quien asume mantener su vulneracion económica y por necesidad se perpetúa la idea de trabajos por amor, y vemos la enorme cantidad de abuelas, que renuncian a su empleo formal, por el cuidado de nietos, para permitir el desarrollo profesional de esa madre.
Convirtiéndose así la organización social de cuidados en un factor reproductor de desigualdad.
Por todo esto es importante poner las labores de cuidado en discusión y levantarlas como demandas feministas, resulta indispensable para aspirar a sociedades más igualitarias. Visibilizar y devolver el valor político que tienen las labores domésticas y de cuidado no remunerado dentro de la sociedad y las economías, en Chile se estima que valorizar este trabajo corresponde al 21.8% del PIB lo que sería 44 billones anuales, siendo su aporte mayor al de cualquier otra industria, ya que los trabajadores no llegan al trabajo de forma espontánea, hay toda una cadena invisible que logró que eso pasara. Alguien cuidó y crió a esa persona,  alguien realizó la compra para que pudiera desayunar antes de su jornada, alguien cuidó de esa persona cuando enfermó,  y alguien probablemente se hará cargo cuando ya no pueda hacerlo por sí mismo y esa cadena es la que permite que la sociedad funcione como la conocemos. Qué sería se las economías sin alguien que se dedique a los cuidados?
Entender los cuidados como labor fundamental que sostiene la vida, ponerlos al centro de la discusión y entender cómo eje principal de nuestra sociedad es fundamental, exigir políticas públicas que permitan y garanticen organizaciones de cuidado más igualitarias (licencias post natal, corresponsabilidad, fortalecimiento de servicios públicos de cuidado, fortalecimiento de condiciones laborales de quienes se dedican a los cuidados, etc) no olvidar que muchas mujeres se dedican a estas labores no de manera formal, si no que no reciben sueldo, vacaciones, previsión ni licencias por este trabajo. Y es tarea de todes deshacernos de estereotipos actuales en torno al cuidado, que no es cuestión de mujer, los cuidados son transversales en la sociedad. Todos, todas y todes necesitamos cuidados en algún momento de nuestra vida como seres interdependientes y vulnerables. En ese sentido a todas, todos y todes nos corresponde trabajar en corresponsabilidad para lograr mayor justicia social en esta área, mayor autonomía económica en mujeres y mayor equidad social. 

Comentarios